Pero esas bolsas no son inofensivas. Fabricadas fundamentalmente a partir de petróleo y gas, las bolsitas de supermercado –y sus semejantes– tardan cerca de 100 años en deshacerse en pequeñas partículas tóxicas.
Conscientes de la contaminación que producen, los chinos las llaman “basura blanca” y los australianos, la “flor nacional”, una ironía que alude a las infaltables bolsitas rotas y enredadas en los arbustos.
El plástico del que están hechas es el componente de la basura que más aumentó en los últimos 35 años.
Utilizar bolsas de lona, no plasticas, es una manera inteligente y solidaria de coolaborar para frenar la contaminacion y mejorar el estado del planeta.
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